miércoles, 14 de diciembre de 2016

La Guerra Fría a través del cine (III): Vietnam, pt. 2



El horror...

Nos encontramos con un arco de diez años en el que que Hollywood no se atreve a sacar ninguna película ambientada directamente en Vietnam (Boinas Verdes, 1968; El Cazador, 1978). Además, en noviembre de 1976 resultó elegido presidente el demócrata Jimmy Carter, cuya actitud pacifista marcaría su política exterior: devolución del Canal de Panamá (1977), Acuerdos de Camp David (1978), y el acuerdo de limitación del armamento nuclear con la Unión Soviética, el denominado SALT II (1979).

Así pues, El Cazador (Michael Cimino, 1978) narra la historia de Michael (Robert de Niro), Steven (John Savage) y Nick (Christopher Walken), tres jóvenes de procedencia lituana, que trabajan en una fábrica de Clairton (Pensylvania). La boda de Steven con Angela (Rutanya Alda) sirve a los protagonistas como fiesta de despedida antes de marchar a Vietnam. 

Ya inmersos en el conflicto, los tres jóvenes son hechos prisioneros por el Vietcong. Una de las escenas que más calado tuvieron en el imaginario colectivo de los aficionados al cine, y no únicamente en los Estados Unidos, evoca cómo los vietnamitas les obligan a jugar a la ruleta rusa. Gracias al coraje de Michael, los tres amigos consiguen escapar; sin embargo, Steven pierde las piernas en la huida y Nick se vuelve loco poco tiempo después. Michael se siente culpable de las desgracias de sus amigos, y además, la vida se le hace un poco más complicada cuando se enamora de Linda (Meryl Streep), anterior prometida de Nick. 

Javier Memba recoge lo siguiente al respecto de El Cazador

“Mientras El Cazador se hacía con cinco estatuillas en la entrega de los Oscar de aquel año, en el exterior varios manifestantes eran detenidos por mostrar su repulsa contra el film. No fue más que la primera de las protestas que provocó el tratamiento que Cimino daba al Vietcong. Ya en el Festival de Berlín de aquel mismo año, donde la cinta fue incluida en la sección informativa, su proyección provocó la retirada de todos los países comunistas aduciendo que era una película ‘racista y ofensiva para el sufrido pueblo vietnamita’.”

Esta visión queda matizada y ampliada por el crítico americano Garret Chaffin-Quiray: 

 “[La película] ofrece una visión estrecha de hechos históricos y la experiencia de Vietnam encauzada a través de individuos y sin prestar atención a un contexto social más amplio. La mayoría de críticos piensan así, y citan la forma simplista, cuando no racista, en la que la película presenta a los asiáticos. Otros se centran en el subtexto homosocial, incluso homosexual, sobre la clase guerrera y su asimilación de la vida civil, interpretada como la esfera de influencia femenina. El argumento puede expresarse de la forma más aguda, sin embargo, reconociendo que El Cazador fue una de las primeras películas del cine estadounidense que se ocuparon de Vietnam”.

La película es el resultado del comienzo de la asimilación del conflicto en Vietnam por parte de la sociedad americana. Si bien, dada la ambigüedad con la que la película trata el patriotismo y su visión del enemigo vietnamita, no podemos hablar de una crítica al conflicto al mismo nivel de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979). Sin embargo, en efecto fue de las primeras que estudiaron el regreso del soldado estadounidense a casa. Ciertamente, el film comparte esa temática con otro film de ese mismo año, El Regreso (Hal Ashby, 1978), que plantea una perspectiva más optimista del retorno del combatiente que la película de Cimino.  La sociedad americana comienza la aceptación del conflicto en Vietnam en base a la introspección, mirándose a sí misma y dirimiendo el destino de los jóvenes que han sido enviados al sudeste asiático. 

El siguiente paso de la aceptación del conflicto fue la culpabilidad ante el horror provocado en Vietnam. Y sugerir que esta culpabilidad, uno de los motores de la alucinante Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), va únicamente ligada a la llegada a la presidencia del pacifista Jimmy Carter en 1977, resulta muy reduccionista. 

El espectacular film de Coppola tuvo uno de los rodajes más accidentados que se recuerdan. Apocalypse Now tardó más de seis años en rodarse, en los que Martin Sheen (protagonista del film junto a Marlon Brando) sufrió un ataque al corazón, el presupuesto para la película se sobrepasó ampliamente, un huracán destruyó buena parte de los decorados y, por si fuera poco, la filmación de la película por poco rompe la familia de Francis Ford Coppola. 

Ni se os ocurra ver la versión Redux. Tiene más relleno que Oliver y Benji.

No resulta fácil plantear una sinopsis de Apocalypse Now. El Capitán Willard (Martin Sheen) es requerido por sus superiores en Saigón mientras él tiene pesadillas con una jungla que  está siendo quemada y asolada por las bombas. Willard debe encontrar y matar al enloquecido coronel Kurtz (Marlon Brando) de los Boinas Verdes, oscuro contrapunto del coronel Kirby de John Wayne, que apoyado por una tribu local que lo venera como un dios, ha emprendido su propia lucha contra el Vietcong. 

El capitán Willard deberá remontar un río hasta llegar a Camboya, donde se supone que está localizado el coronel Kurtz. Sin embargo, el camino emprendido por Willard será una sucesión de secuencias que recorren una espiral descendente hasta llegar al “horror” descrito por Kurtz. Algunas de esas secuencias, cada vez más lisérgicas y delirantes, son historia viva del cine. Por ejemplo, antes de llegar al río que les introducirá en Camboya, la patrullera de Willard debe de ser aerotransportada por un regimiento del séptimo de caballería comandado por el coronel Kilgore (Robert Duvall), conocido por su frase en el film: “Me gusta el olor a napalm por la mañana, es el olor de la victoria”. 

Los caballos del célebre regimiento han pasado a ser helicópteros, y las trompetas han sido sustituidas por una serie de equipos estéreo que reproducen a todo volumen La cabalgata de las Valquirias de Wagner, mientras efectúan un brutal bombardeo sobre las posiciones de un pueblo supuestamente controlado por el Vietcong. 

Javier Memba hace hincapié en la originalidad de la experiencia que brinda el film: 

“Concebida a modo de una experiencia alucinógena (...), Apocalypse Now es la más realista de las primeras cintas basadas en la guerra de Vietnam precisamente por eso. Aquel conflicto no se libró con los himnos, sino bajo los efectos de las drogas y a ritmo de los Rolling Stones y The Doors”. 

Después de haber combatido al Vietcong en un puente, y haber asistido a un esperpéntico espectáculo en el que las modelos de la revista Playboy trataban de elevar la moral de combate de las tropas (las denominadas “conejitas” se ven obligadas a escapar en helicóptero poco después de terminar el espectáculo para evitar que los soldados, ávidos de sexo, se abalanzaran sobre ellas), el capitán Willard da con el enclave del coronel Kurtz. 

Amenazante y oscuro, el personaje de Kurtz es hijo de su tiempo

Una serie de cadáveres decapitados y el incoherente fotógrafo encarnado por Dennis Hopper abren la última sección de la película, que amparada bajo la imponente encarnación de Marlon Brando, se convierte en una búsqueda filosófica de una solución para los problemas de la locura, la maldad y, en palabras del coronel Kurtz, “el horror”. El capitán Willard trata de entender los motivos y la compleja psique del coronel Kurtz, llegándose a cuestionar las órdenes de matar al antiguo coronel de los Boinas Verdes. El final, impactante y sobrecogedor, recoge de forma muy clara la psicodelia y el horror que caracterizaron el conflicto vietnamita.

Apocalypse Now es una ventana a la devastación y a la psicodelia que definieron la Guerra de Vietnam, una cinta que revela de qué modo, una vez aceptado el conflicto, la sociedad americana se horroriza ante lo que ha hecho su país en el sudeste asiático, lo que deriva en un sentimiento de culpabilidad. Este sentimiento quedó en sintonía con la política pacifista que desarrollaría Jimmy Carter. Sin embargo, la posterior llegada al poder de Ronald Reagan cambiaría por completo el paradigma social estadounidense...

REFERENCIAS

Memba, J. (2008). Historia del cine universal Madrid: T & B Editores

Chaffin-Quiray, G. “El Cazador (1978). The Deer Hunter”, pgs. 642-643. Schneider, S.J. (coordinador). 1001 películas que hay que ver antes de morir (2007). Barcelona: Grijalbo, Grupo Editorial Random House Mondadori




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