jueves, 21 de enero de 2016

Die Hard (1988)


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-¡Oiga señorita, no me joda, ¿le parece que estoy encargando una pizza?!

2016 ha empezado con una oleada de muertes de famosos, muchos de ellos con la misma edad, 69. Ya no solamente por David Bowie, gran artista en diferentes ámbitos culturales, sino también por el actor Alan Rickman. El británico, curtido en las tablas del Globe recitando citas shakesperianas y en miniseries de la pequeña pantalla, ha tenido una carrera repleta de personajes icónicos. El más conocido por los jóvenes es su papel como Severus Snape en Harry Potter pero sería injusto encasillarle en esa única actuación. Estamos un hombre que fue Metatrón, la misma voz de Dios en Dogma, o también la voz de Marvin, el robot depresivo de la Guía del Autopista Galáctico. Destacó como villano, y no unicamente como profesor de pociones, sino que también fue el sheriff de Nottingham en Robin Hood y Hans Gruber en Die Hard (Jungla de Cristal en castellano).

Y Hans Gruber no es un villano sin más. Lo parece sobre el papel donde finge un secuestro para conseguir llegar a una caja fuerte. Pero su flema británica - aunque aquí sea germano en la ficción -, su capacidad de parodiar sin caer en el ridículo y seguir resultando intimidante, su mente brillante y despiadada y la dicción para pronunciar sus frases llenas de ironía – Eres solo otro americano que vio demasiadas películas cuando era niño. Otro huérfano de una cultura decadente que piensa que es John Wayne. ¿Rambo? ¿Marshal Dillon? -, lo convierten en un villano genial que está a punto de dar unos de los grandes golpes de la historia del celuloide. 
  
Pero tiene un grano en el culo. Mientras Hans secuestra con su banda la fiesta navideña de una importante corporación japonesa, uno de los invitados consigue escaparse. Parece que ese John McClane lo tiene todo en su contra, pero es el puto Bruce Willis. Da igual que esté descalzo y solo armado con un pistola, le basta para interferir en los planes de Hans, hacerse con una ametralladora y llamar la atención de la policía. Mala suerte, Hans.


 

El pifostio es considerable. McClane no es Rambio ni John Wayne, pero es de la misma raza de bad ass. Tras interpretar este personaje, Bruce Willis dio la espalda a su antigua carrera como personaje cómico de la televisión y se convirtió en una estrella de acción de tal calibre que acabó en su valhalla, el reparto de Los Mercenarios. Su munición son balas, pies desnudos sangrando y frases llenas de mala hostia y tacos, y no tiene miramiento en mostrarlas al público. Ha nacido un icono que pertenece a un museo.

Por supuesto, el héroe no lo habría sido tanto sin Hans Gruber, que es de todo menos un villano random. No tiene reparos en detener el asalto de la policía con lanzacohetes, utilizar bombas contra los rehenes, cumplir sin miramientos sus amenazas y, por supuesto ,secuestrar a la chica de John.




El guión no solo está repleto de frases que te hacen gritar ¡OH YEAH!. Se toma el tiempo necesario en desarrollar a Hans y a McClane como se merecen. También hay escenas donde héroe y villano se enzarzan dialécticamente, tanto cara a cara como a través de la radio. Dos grandes iconos chocan y el espectador solo puede disfrutar.

Por supuesto que habrá acción. John McTiernan, el nombre parece haber sido hecho aposta, plasma a la perfección la espectacularidad de los tiroteos y peleas. No tiene reparos en mostrarnos muertes variopintas con litros de sangre. Aquí el héroe las pasa putas, y se enfrenta a un genio del mal que no duda en disparar a los cristales sabiendo que McClean está descalzo. El ritmo es trepidante, pero sabe cuando tomar aliento. La única pega que le pondría, y estoy siendo muy quisquilloso, es que la película tarda un poco de arrancar.




John tiene ayuda, claro. Poca, pero la tiene. Está el policía que aguantaba a Steve Urkell en Cosas de Casa para motivarle desde fuera y defenderlo ante subcomisarios ineptos y los demasiado satirizados agentes del FBI. El reparto de personajes secundarios lo completan un periodista sensacionalista, la mujer de John, que es de armas tomar, un ejecutivo encocado y un conductor de limusinas con mucho flow

Poco más de añadir más que animaros a una buena tarde-noche de balas y adrenalina para recordar como se merece al bueno de Alan Rickman. Y Yippee-ki-yay, motherfucker!

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¿Tengo que ver esto?: Claro que sí.

¿Cuál es el mejor momento?: Hay muchos grandes momentos. Me quedo cuando héroe y villano se enfrentan cara a cara por primera vez.

¿Dónde debería ver esto?: En el incendio de un rascacielos. Y con mucha cocaína.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Todas las sucedáneas. Desde la saga oficial hasta las películas que sacaron inspirándose en ella sea en un barco, un avión o la Casa Blanca. En el Trailer Honesto las recopilan.

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