“I like it when the red water comes out…”
No
huyáis. Sé que la sola mención de esta webserie bastará para que algunos no
quieran acercarse al blog nunca más, sobre todo cuando empiece a afirmar mis
motivos para creer que el protagonista es, en el fondo, muy achuchable y digno
de lástima, pero… ¡eh! ¡Eh! ¿Dónde ha ido todo el mundo? En fin. Me quedaré
acariciando esta cuchara oxidada…
En
2004 (si bien no sería hasta un año más tarde que el éxito sería rotundo) un
señor de ideas un tanto siniestras que respondía, y sigue haciéndolo, al nombre
de David Firth, creó una serie animada en flash que se convertiría en una
sensación en la red: la inquietante, extraña, onírica, desagradable, malrollera
y única Salad Fingers.
La
historia sigue a… una especie de… ser… humanoide… verde… ¿cosa? Que,
básicamente, está un poquito traumatizado de la cabeza, tiene delirios
extraños, visiones, ataques de ansiedad, episodios psicopáticos, y fijación por
las cosas oxidadas, la sangre y todo lo que pueda resultar asqueroso a un
espectador normal. Vamos, lo típico.
Este
simpático ser, Salad Fingers, vaga a sus anchas por un mundo absolutamente
desolado y muy postapocalíptico, en el que vemos alguna que otra casa, un
árbol, en ciertos pasajes (probablemente soñados) un bosque, utensilios humanos
y soledad y vacío en muchos kilómetros a la redonda. Y un ruido de polvo y
tierra cada vez que algún personaje (personajes que, por cierto, no suelen
hablar, sino balbucir, gruñir, gritar o emitir sonidos horrendos) da un paso.
La
baza que juega la serie, igual que en otras ficciones de Firth, como Dog of Man, es la del terror psicológico,
más inquietante que otra cosa, y fundamentándose sobre todo en lo desagradable
de las acciones de Salad Fingers, que difícilmente podemos comprender, la
sencillez cruda de la animación y, sobre todo, un apartado sonoro chirriante,
repetitivo y muy reminiscente de un terror que va desde El exorcista hasta el j-horror.
Al menos,
así sucede al principio, en los capítulos que resultan, quizás, más
desagradables de ver. Según avanza la historia, de hecho, los elementos
inquietantes van creciendo en intensidad y son cada vez más protagónicos; sin
embargo, en la misma medida lo hacen las indirectas que pretenden explicarte lo
que sucede… o eso queremos creer, pues bien podría ser el autor riéndose de
nuestras interminables especulaciones.
Por
otra parte, desde el primer instante la inquietud y el mal rollo vienen dados
por el protagonista. A medida que avanzan los capítulos, que también crecen en
duración (pasando de los 2 minutos del primer episodio, a los 10 minutos del
último, estrenado en 2013), aumenta la empatía del espectador hacia Salad
Fingers, por quien (prometo que no soy el único que dice esto, no estoy del
todo loco) se puede llegar a sentir pena sincera.
Lo
adictiva que resulta la serie, que no alcanza ni una hora de duración, es
ejemplar de lo bien que maneja Firth los elementos de una trama aparentemente
absurda e incoherente. Las explicaciones a ese mundo en que vive Salad Fingers
son interminables, a gusto del espectador. El que solo veamos muerte y
desolación lleva a muchos a creer que la “Gran Guerra” de la que habla nuestro
protagonista humanoide fue un episodio atómico que dejó al mundo en ese estado;
para otros, sin embargo, nada de lo que se muestra es real, y existe en la
mente de Salad Fingers, quizás a raíz de un trastorno de estrés postraumático
(producto de esa Gran Guerra que seguiría siendo real) o de un simple delirio
bipolar.
Como
fuere, la lástima hacia el personaje, verde, desgarbado, calvo y desagradable,
es real. Su inocencia hace que nos asusten sus reacciones en la misma medida en
la que nos apenan y… en fin, que me da pena. Total, después de decir estas
cosas no sé si quedará alguien leyendo el artículo. I like to caress rusty
spoons.
El
pasado año, con motivo del décimo aniversario de la serie, el propio Firth
reunió todos los capítulos en un solo vídeo. Existen versiones no oficiales
subtituladas, si bien las animaciones incluyen texto en pantalla en ciertas
partes (cosa que no contribuye precisamente a la tranquilidad del espectador),
y el diálogo en general es bastante asequible. La serie no está cerrada, de
momento, aunque el esperado capítulo 11 se hace mucho de rogar.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
noches, y buena suerte.
-------------------------------------------------------------------------------
¿Tengo que ver esto?: Da
bastante mal rollo. Corres el riesgo de cogerle cariño a Salad Fingers, como me
sucedió a mí, y sentir mucha pena por el pobrecillo.
¿Cuál es el mejor momento?: La escena en la que canta Somewhere over the rainbow o aquella en la que hace girar sus
dientes como si fueran una caja de música son realmente desagradables. Por otra
parte, el encuentro con su “hermano” y la posterior despedida es muy, pero que
muy, triste.
¿Dónde debería ver esto?: A mí
el mundo postapocalíptico ese me parece mu bonico, tete.
Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Dog of Man de
David Firth también está por ahí (como corto, no serie), aunque es más
desagradable y menos interesante. Ha dirigido varias cosas más, que se pueden
hallar en su canal y que van en la misma línea de esta. Y hace poco descubrí Don’t Hug Me, I’m Scared, que también es
un poco asín inquietante aunque en otros derroteros, gracias al blog La llave y la puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario