martes, 3 de marzo de 2015

Gravity Falls (Primera temporada) (2013)


"¡Recuerda! La realidad es una ilusión, el universo es un holograma, compra oro, ¡adiós!"


Alex Hirsch es un tipo de lo más peculiar. Mientras en Disney no dejaban de sacar truños y mierdas varias en forma de sitcoms adolescentes, él tenía planes grandes. Muy grandes. Empezó trabajando en Las maravillosas desventuras de Flapjack, donde ya pudo codearse con gente que posteriormente grabaría su nombre en letras de oro dentro del género, como Pendleton Ward (Hora de Aventuras) o J.G. Quintel (Historias Corrientes), y pronto dio el salto a la escritura de guiones en la mediocre Pecezuelos. Y consciente en este último punto de que su talento valía para mucho más, empezó a idear una de las series de animación más ambiciosas y sobresalientes de los últimos años.

A Disney no le costó mucho darle el ok al proyecto, y en verano de 2012 veía la luz por primera vez Gravity Falls, que al principio enganchó con gusto, y posteriormente se convirtió en un auténtico fenómeno viral. Sus divertidísimos diálogos, tensión, espíritu aventurero, jugoso misterio y riquísimos personajes han conquistado a públicos de todas las edades que en estos momentos se deleitan con una segunda temporada, hasta el momento, impecable. Pero aquí estamos para hablar del comienzo.



Dipper y Mabel Pines son dos gemelos a los que sus padres mandan a pasar las vacaciones veraniegas a un pueblo ficticio de Oregón llamado Gravity Falls, en el que vive su huraño y cascarrabias tío abuelo Stan. Un día, Dipper encuentra en el bosque un misterioso libro con el número 3 como carátula, que habla sobre las criaturas de la zona. A partir de ahí empezará la aventura de los hermanos en busca del autor y de los libros restantes, y desde el primer momento descubrirán que el lugar está plagado de sucesos paranormales varios que les harán vivir peligros y situaciones diversas, en un contexto enmarcado en la aventura y la búsqueda de respuestas a los secretos que guarda el lugar, acompañado de brillantes chistes y ciertos y puntuales toques de dramatismo que no hacen sino redondear al alza el producto.



La gran baza de la serie reside, evidentemente, en su humor, pero también en dejarnos momentos míticos e inolvidables gracias a más de un clímax exquisitamente elaborado, más propio de una serie de televisión al uso. La inclusión de simbología iluminati, sectarismo, pullas bestiales a la cultura y sociedad estadounidense y buen desarrollo de personajes hacen el resto. Por no hablar del genial opening, uno de los mejores vistos en animación no japonesa en mucho tiempo (intenta quitarte de la cabeza la musiquilla del demonio).

El humor ya mencionado recae en personajes con los que es fácil encariñarte (o no, la serie es muy dada a los giros de guion) y que, de alguna forma, siempre dejan su impronta en el vidente. En el caso de los gemelos, es imposible no apreciar a Dipper por su sentido común y madurez (hasta cierto punto), buscando en todo momento resolver cualquier misterio que se le ponga por delante. Es básicamente como Vilma, de Scooby Doo, pero con mucho más carisma y personalidad. En cuanto a Mabel... bueno, poco o nada se puede decir que no se sepa ya de ella. Su estupidez y adorabilidad asombran y hacen que te partas la caja a partes iguales, por no hablar de la extraña pareja que forma con su cerdo Waddles o su manía de querer echarse novio a las primeras de cambio. ¡Cuántos corazones rotos!



En lo que al viejo Stan se refiere, el hombre regenta una tienda (La Cabaña del Misterio) donde vende artículos falsificados a los ilusos visitantes, capaces de soltar su dinero sin ningún tipo de prueba o evidencia. Y es que el encanto que dota al personaje que dobla el mismo Alex Hirsch es su extrema tacañería, egoísmo, egolatría y amor por el dinero (algo similar al Sr. Cangrejo de Bob Esponja), sólo que en este caso el tío abuelo de los protas es mucho más divertido, tiene mucho más trasfondo personal (cosa con la que la serie juega en muchas ocasiones con más de un personaje) y, en el fondo, es una persona cojonuda. Muy en el fondo.

Gravity Falls es altamente pintoresca, y mientras en la Cabaña ayudan Soos (un paleto gordinflón de buen corazón) y Wendy (una joven de la que Dipper anda prendado), en la ciudad se agolpan diversos secundarios que ayudarán o entorpecerán a los gemelos en sus aventuras (el viejo McGucket, Gideon, Pacifica Northwest y un largo etcétera), que además también aportan un importante granito de arena a la historia. Aunque en el caso de los dos últimos, sean claros antagonistas dentro de esta primera tanda de episodios.



Habiendo aclarado ya las obviedades, es momento de entrar en materia. ¿Está justificada la ya enorme fama de la serie? Sí, porque es excelente. ¿Y su enorme hype? También... hasta cierto punto. Gravity Falls sufre del mismo fenómeno que en su día tuvimos con Phineas y Ferb. Era lo único decente en cuanto a animación que podía verse en Disney Channel (no había más animación, de hecho), y los personajes, las tramas y los chistes eran tan naturales y estaban tan bien hilados que adultos y pequeños cayeron rendidos. Sólo que la serie que nos ocupa es mucho mejor que Phineas y Ferb, más adulta y reflexiva, dura y oscura. Y además tiene argumento.

La brillantez no sólo reside en que todos y cada uno de los episodios resultan ser un espectáculo y hacen reír hasta caer rendido, sino también en que, cuando la serie busca alejarse de esa imprenta, lo consigue hasta niveles que asustan. El final de temporada (ojo, SPOILERS) fue tan bueno como imprevisible en muchos aspectos: el viejo Stan con el libro número 1 y manejando un portal interdimensional con muy mala pinta (cuyos propósitos descubriremos en la segunda temporada), un frenético y espectacular enfrentamiento entre los gemelos y el malvado Gideon, la aparición de un personaje que dará mucho que hablar (Bill Cypher) y más preguntas que respuestas sobre la mesa. 



Precisamente es la búsqueda de respuestas lo que lleva a muchos espectadores a elaborar extrañas y locas teorías que buscan aclarar un poco el meollo. Hirsch, de todas formas, siempre va un paso por delante, y es capaz de dejar muchos cabos sueltos de forma sutil para luego atarlos (o no, que aún nos queda mucha serie) de la mejor forma posible. Así, es típico en la Gravity Falls el gusto por la exploración, la oscuridad y la penumbra que rodean los muchísimos secretos que guarda el pueblo, y cada episodio saca uno a la luz, aportando un poco de más coherencia a las diversas subtramas. Al final, todo acaba cobrando sentido, y siempre bajo un tono de comedia muy cuidado y unos diálogos muy inspirados.

Por si fuera poco, Gravity Falls también otorga magníficas moralejas y lecciones sobre temas de importancia (paso de la niñez a la edad adulta, el primer amor, el respeto a los mayores, ponerte en el lugar de otra persona) que, si bien se ven opacadas por el a veces incluso exagerado humor negro que las rodea, finalmente consiguen sacar una sonrisa. Y si hay iluminatis, enanos, espíritus, monstruos interdimensionales, chistes grandiosos que te pillan desprevenido y momentos tan bizarros como magistrales, mejor que mejor. La imaginación y los muchos misterios que la serie se guarda bajo la manga son la clave.



Alex Hirsch, ahora responsable absoluto de un proyecto, nos enseña cómo es capaz de manejar cualquier nuevo giro de los acontecimientos que resulte, incluso si eso hace cambiar a un personaje 180 grados de golpe y porrazo. Sabe sacar el máximo partido de las personalidades de sus protagonistas y las lleva a una única dirección, que puede tener el carisma gracioso (el mayoritario) o completamente desolador si se precia. Y esto sólo en la primera temporada.

Más allá de todo esto, algunos momentos son tan bestias y poco sutiles que me extraña horrores que Disney aprobase el proyecto sin poner alguna pega. Hay escenas sumamente perturbadoras durante la serie con las que probablemente un pequeño de menos de 8 años pasaría una mala noche. La muerte, sus consecuencias y los problemas de la edad adulta se tratan con un descaro y una naturalidad a veces imprevisible, y sus personajes a veces no están del todo preparados para afrontar una situación. He aquí la madre de todas las grandes proezas de Gravity Falls: hacer de la serie una comedia brillante, pero sin tapujos a la hora de ponerse seria, por mucho toque infantil y estética de cuento que quiera colgarse.



Por si fuera poco, no es necesario verse la serie en V.O. si queréis disfrutarla al máximo, ya que el doblaje en castellano es tan bueno o mejor que el estadounidense. Pocas veces voy a tener la ocasión de aplaudir un trabajo tan sobresaliente en este sentido, porque, francamente, no hay ni una sola pega que poner. Todas las voces (destacando a Miguel Zúñiga interpretando al viejo Stan) son PURA GLORIA, y la única pega es que si las quieres disfrutar tendrás que poner de tu bolsillo, ya que Disney España tuvo la genial idea de eliminar la serie de la parrilla de Disney Channel para trasladarla a su "canal molón que te pasas XD". Mientras, puedes seguir "disfrutando" de obras maestras a la altura de Breaking Bad o Los Soprano, como las aclamadas por la crítica Mi perro tiene un blog, Austin y Ally, A.N.T Farm, Liv y Maddie o los refritos de Phineas y Ferb. ¡Gracias, Disney!

Así pues, sólo queda rendirse a la evidencia: Gravity Falls es, a día de hoy, una de las mejores y más completas series de animación en la actualidad. Por su desarrollo, intriga, estética, animación (que no hemos hablado de ella... canela en rama, oiga), grandísimos personajes y un sentido del humor que roza la perfección, Disney se ha puesto un paso por delante de Hora de Aventuras (a mi entender), porque quizás la serie de Cartoon Network sea más icónica, pero ya van seis temporadas y empezamos a pedir a gritos un desarrollo DE VERDAD del trasfondo post-apocalíptico. Sea como sea, los premios Annie del año pasado dieron fe de que la creación de Hirsch (que se llevó el premio a mejor serie) ya se ha hecho un hueco entre las grandes de su generación.


Con todo, si lo que buscas son más preguntas que respuestas, pero con la seguridad de que las vas a tener en un plazo de tiempo meridianamente corto, y una trama excelentemente llevada mezclada con episodios casuales con muy buenas historias, Gravity Falls es tu serie. Y ojo a las pistas y a los secretos que guarda cada capítulo (o la misma intro), detalle tan grandioso como troll, porque en Internet se suceden las teorías y nadie parece dar en el clavo. Si no la habéis empezado a ver, es un buen momento, y si ya os habéis visto los primeros 20 episodios, seguid atentos, porque la cosa se está poniendo todavía mejor.



Lo mejor de la serie (en inglés)

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