jueves, 4 de septiembre de 2014

El origen del planeta de los simios (2011)



“- ¡Quítame las zarpas de encima, sucio mono!
- ¡¡¡NOOOOOOO!!!”

El planeta de los simios es una de las sagas más míticas del cine de ciencia ficción. Las cintas originales dejaron tras de sí alguno de los momentos y las frases más míticas de la historia del cine, y demostraron dos cosas: cómo da un giro de guión magnífico al final de la cinta; y cómo continuar una saga perdiendo cada vez más el norte en un sinfín de películas que sentido tenían poco. Además, tenían a Charlton Heston molando mucho, y al Dr. Zaius, a quien todos queremos.

Por eso, no extraña que en una época de remakes fuera uno de los grandes objetivos. Tras un tímido intento de relanzar la saga hace ya 15 años, capitaneado por Tim Burton y que no cuajó demasiado (personalmente, me pareció una película aceptable, aunque no estaba ni por asomo a la altura de la original), volvió a reiniciarse la saga en 2011, pero esta vez con las cintas en orden cronológico real, y de este nuevo intento veíamos el estreno hace pocas semanas de su segunda parte, El amanecer del planeta de los simios, que nos reseñaba Adrián aquí.

Si en esta nueva cinta tenemos ya el enfrentamiento entre simios evolucionados y seres humanos debilitados, en la primera entrega, El origen del planeta de los simios, veíamos precisamente cómo se construía ese mundo: Will Rodman es un científico que investiga posibles soluciones al Alzheimer utilizando chimpancés; cuando tiene que presentar sus resultados, por fin concluyentes, la chimpancé que había desarrollado mayor nivel de inteligencia la lía pardusca y es abatida a tiros. Se ordena empezar de nuevo con los experimentos, y matar a todos los chimpancés, creyendo que el fármaco es la causa: el jefe de laboratorio, sin embargo, descubre que el alboroto se debía a que la chimpancé estaba protegiendo a su cría, y Will se queda con el pequeño, a quien llama César.

A partir de ahí, vemos como César, que ha heredado la inteligencia de su madre modificada por el fármaco, crece y desarrolla sus capacidades cada vez más. Will experimenta con su padre (que sufre de Alzheimer), y aunque la recuperación es inmediata, su cuerpo pronto combate el fármaco. Will desarrolla una nueva cepa, que aumenta aún más la inteligencia de los simios en los que se prueba, pero que resulta mortal para los humanos.

Y desde ahí parte todo. César capitaneará una revolución de simios a los que trata él mismo con la nueva cepa del fármaco, y que todos sabemos cómo acabará. Es un punto de partida que difiere del original, que me gustaba más: aquí, los seres humanos, por intentar salvarse (aunque también por oprimir a los animales que les rodean), se destruyen a sí mismos y provocan la evolución de los simios. En la obra original, sin embargo, Charlton Heston se topaba con un mundo apocalíptico, donde los humanos se habían autodestruido también, sí, pero no por buscar el conocimiento, sino por los efectos de una guerra mundial; los simios, por su parte, habían sufrido una evolución natural con el tiempo.

El nuevo planteamiento, aunque ya digo que no me resulta tan atractivo, sí que me parece muy bien sobrellevado (salvo el final, ya en el momento de los créditos, que me parece muy tópico y manido), y bastante curioso. Bien mirada, toda la película destila un mensaje animalista, con una amplia mayoría de humanos (con la excepción de Will, su arrejuntá y su padre… y poco más) que tratan a los animales como objetos, y los tienen o esclavizados, o maltratados. Sin embargo, con el alzamiento de los simios, vemos que pocos de ellos van a matar, y sobre todo se defienden y, con la excepción de un par de momentos más crueles y necesarios, César siempre les contiene para no aplastar a los humanos (cosa que bien poco les habría costado).

Es algo que verdaderamente me parece muy bien llevado. Comentaban mis compañeros en la segunda película (que aún no he visto) que resultaba un tanto decepcionante lo planos que eran los humanos de la cinta, pero de hecho, eso es algo tomado de la cinta original, y donde ya aquí empieza a apuntarse: los humanos tienen cada vez menos personalidad, son seres con una reducida inteligencia y todos básicamente iguales; los simios, por su parte, demuestran cada vez una mayor inteligencia y personalidad, con una gran fuerza. En cierto modo, se les humaniza… aunque solo en los mejores aspectos de los humanos que aparecen en la cinta.

Por otra parte, si bien los simios de El planeta de los simios no eran lo más creíble del mundo, a pesar del Oscar honorífico al Mejor Maquillaje (ese del que se quejaba Clarke, pues ciertamente los simios de 2001, que data del mismo año, son considerablemente más realistas), y en el remake de Burton ese aspecto estaba muy bien trabajado, aquí la tecnología supone una ayuda enorme, y los personajes no humanos están construidos a base de una captura de movimiento capitaneada por Andy Serkis, que también interpreta a César con una maestría digna de elogio.

No es la única gran interpretación de la cinta, aunque sí la mejor. Freida Pinto, David Oyelowo, Tyler Labine y Brian Cox cumplen, sin sorprender. James Franco hace un gran papel como Will, aunque son John Lithgow (como su padre) y sobre todo Tom “Draco Malfoy” Felton (como uno de los cuidadores del refugio de simios, brutal y sádico) quienes desgranan las mejores actuaciones en pantalla.

La parte técnica, como ya he comentado, resulta uno de los grandes puntos de la cinta, y quizás el mejor. Los escenarios (especialmente en el bosque de secuoyas) son de una belleza sorprendente, y hay planos fantásticos que siguen al personaje de César mientras trepa, y que además tienen un gran simbolismo. Concretamente estos momentos son los más acompañados por una música que, aunque me deja una sensación de haberla oído ya antes mil veces, no por eso es menos espectacular.

Sin duda resulta un honroso reboot de la saga original (a la que además se hacen varios guiños, como el que abre esta crítica), y aunque no goza del encanto ni de la gran fuerza narrativa de la original, es una cinta muy bien realizada, y que supone una interesante apuesta entre tantos remakes flojos o innecesarios.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: el trasfondo que tiene la cinta, su apartado visual y sonoro y, sobre todo, la construcción de los simios. Especialmente, claro, Andy Serkis como César resulta de matrícula de honor.

LO PEOR: hay momentos demasiado tópicos (sobre todo, ya digo, en el último instante), y otros un tanto farragosos en el guión. Sin embargo, no desmerecen el resultado final.

NOTA: 8,25/10. Tiene cosas que pulir, pero es una buena película, y sin tener el encanto o la fuerza de la original, reitero que resulta un honroso remake.

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2 comentarios:

  1. Siendo una película bastante digna, ¿no te parece que la primera mitad es algo lenta en cuanto desarrollo de la trama?

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  2. A mí me gustó más la segunda. Imagino que será porque el tráiler de esta te cuenta la película...

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