martes, 27 de mayo de 2014

Big Bad Wolves (2013)


Un psicópata solo tiene miedo de otro psicópata.

Tarantino dijo que esta película era la mejor del 2013. Sinceramente no me extraña. No porque sea un peliculón, que lo es. Sino porque es un ejemplo de su propia aportación al cine. Ese humor negro que no perece ni en las peores circunstancias, esa fijación por la violencia y esa teatralidad de los asesinos que vemos en esta película israelí beben de la teta del creador de Reservoir Dogs o Pulp Fiction.

Aharon Keshales y Navot Papushado son los directores de esta película. Ambos habían trabajado juntos en Rabies, donde también entran en juego algun que otro psicópata. Aunque ha sido con esta película cuando han conseguido el aplauso de la crítica, de Tarantino y de diversos festival que le han otorgado premios y honores.

Pero vayamos al meollo, ¿en qué consiste Big Bad Wolves? Un profesor de estudios bíblicos (Rotem Keinan) es sospechoso de secuestrar, violar y asesinar a niñas. Posiblemente el crimen más monstruoso que existe según los ojos de sociedad. Lo más vil, lo más repugnante. Un policía que no duda en utilizar métodos pocos convencionales (Lior Ashkenzi) y un padre que hará cualquier cosa para encontrar la cabeza de su hija asesinada (Tzachi Grad) le secuestran y torturan en un sótano para hacerle confesar. 



 

Tenemos un perfecto campo de cultivo para uno de los films más violentos que he visto, llega al nivel de Hostel de Eli Roth, con una atmósfera totalmente diseñada de forma delicada para causar al espectador el máximo horror posible que se adereza con continuas e inteligentes muestras de humor negro que alivian y a la vez complementan el ambiente claustrofóbico.

El ritmo es pausado y se da su tiempo para reunir los ingredientes de esta locura. Todos los detalles están muy cuidados, de hecho varios de ellos se convierten posteriormente en puntos esenciales en la trama. El guión está bien trabajado y el manejo de la cámara me parece una maravilla desde esa primera secuencia donde vemos como una niña desaparece tras jugar al escondite, hasta ese terrible golpe que es el final ante el cual una persona en sus cabales no puede hacer otra cosa sino estremecerse.



Los personajes están bien marcados. Son algo arquetipos, pero lo compensan jugando mucho con esas caras que escondemos al mundo. Son excesivamente fríos a veces, es la única pega que puedo poner. Las interpretaciones son impecables, especialmente la de Rotem Keinan.

Para acabar con la crítica quiero recalcar la violencia de la película, con varias escenas gore realistas y totalmente sacadas de la mente de un psicópata. De hecho, me ha dado ideas geniales para ciertos profesores, de hecho uno de ellos se parece a Keinan. Bromas de humor negro aparte, es una de las películas icónicas, o que podría llegar a serlo con el tiempo, de las películas tarantinescas.

Lo mejor: La atmósfera agobiante. El cuidado de todos los detalles fílmicos.

Lo peor: A veces los personajes son algo fríos.

Nota: 8'25

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