“Solo en las
misteriosas ecuaciones del amor puede encontrarse una lógica”
A
estas alturas, no debería ser un secreto para nadie que me conozca que adoro
esta peli. Mucho. Es una de las películas que más me han llegado siempre, de un
género que me encanta (tengo debilidad por los protagonistas con trastornos
mentales), con unas actuaciones soberbias y una dirección de matrícula de
honor. Es más, tanto me gusta la cinta, que siempre que oigo a Sheldon afirmar
en un capítulo de Big Bang Theory que
es “una patraña sensiblera como jamás se ha hecho”, dejo de ver la serie (soy
como un crío pequeño).
El
caso es que volviendo a verla el otro día, estoy dispuesto a aceptar que buena
parte de mi amor por la cinta se deba a motivos personales, y no tanto a su
valor per se. No me malinterpretéis: es un peliculón. Sin embargo, siempre la
había considerado lo mejor de Ron Howard, y ahora con cintas como Apollo 13 o Rush muy recientes, me atrevería a decir que no es así... Sea como
fuere, los premios la avalan (ocho nominaciones a los Oscar, donde consiguió
cuatro premios: película, director, actriz de reparto, y guión adaptado), algo
que no termina de hacer la crítica, que encumbra más a otras cintas del
pelirrojo.
Entrando
en materia, lo que nos topamos es un biopic con una realización excelente
centrado en la figura del matemático y Premio Nobel de Economía John Forbes
Nash, interpretado por Russell Crowe en el papel que debería haberle logrado el
Oscar a Mejor Actor (se lo quitó Denzel Washington por Training Day, habiéndolo ganado Crowe el año anterior por la
archiconocida Gladiator), y que se
basa en la biografía no autorizada de Nash, aunque éste supervisó el rodaje de
la película en algunos momentos.
(AVISO: A PARTIR DE AQUÍ PUEDE HABER ALGÚN SPOILER QUE CHAFE SORPRESAS DE LA CINTA A QUIEN NO SUPIERA QUIÉN ES JOHN NASH)
La
historia nos presenta a Nash desde su llegada a Princeton y su búsqueda de una
“idea original” hasta la reformulación de la teoría de juegos que le
convertiría en ganador del Nobel. El foco de la cinta, sin embargo, muestra la
lucha de Nash contra una esquizofrenia que pasó muchos años sin que le fuera
diagnosticada; su lucha con criptocomunistas infiltrados; y la relación que
mantuvo con Alicia Lardé, tomándose bastantes licencias de la vida del
científico para construir una historia de amor superando todos los problemas.
Como
acostumbra a hacer Howard, el ritmo de la cinta es increíblemente bueno, aunque
en este caso mejorable en más de una ocasión. Hay una parte central que, debido
a su lentitud, quizás se haga demasiado densa; sin embargo, por lo general el
juego con la tensión y el suspense es increíble, y las escenas tienen una
agilidad increíble que permite que la película pase volando.
Eso
se logra gracias al guión construido por el propio Howard y Akiva Goldsman, que
nos muestran la historia casi siempre desde el punto de vista de Nash, no
permitiéndonos saltar a la perspectiva de otros personajes hasta después de que
se le diagnostique de esquizofrenia. Así, nunca terminamos de saber qué es real
y qué está en la imaginación de Nash; cuando conoces las respuestas y ves la
película nuevamente, un sinfín de sutiles detalles dan las claves para
averiguarlo, algo que supone una verdadera delicia.
Si
la historia es buena, no es solo merced a su interés, que lo tiene de forma
considerable, sino también a las interpretaciones de los personajes.
Obviamente, Russell Crowe como Nash es el alma de la película, pero no tienen
nada que envidiarle Paul Bettany como su compañero Charles (coincidirían ambos
actores un par de años más tarde, en Master
and commander: al otro lado del mundo), Ed Harris como el misterioso
William Parcher, y Jennifer Conelly como Alicia, en una interpretación que la
hizo merecedora del Oscar (aunque para mí lo hubiera merecido más un año atrás,
en Réquiem por un sueño).
La
película tiene una profundidad y una emotividad demoledoras, y está cargada de
escenas que quedan en la memoria de manera indeleble (aquellas en las que vemos
a Nash descifrando un código tras otro están entre lo increíble y lo realmente
trágico). A ello contribuye, claro está, esa facilidad de Howard para
encandilar al espectador, que se une a una gran ambientación y una banda sonora
(de James Horner, cómo no), que supone otro de los puntos álgidos de la
película.
Como
decía antes, podría no ser la mejor película de Ron Howard... pero sin duda es
la que más me gusta, por motivos obvios. Imprescindible en la filmografía del
director.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
---------------------------------------------------------------------------------
LO
MEJOR: la banda sonora, la historia en general, algunas escenas concretas de
Nash y su genialidad/insensibilidad social, y las interpretaciones de Bettany y
Crowe.
LO
PEOR: hay ciertos momentos en que la película puede hacerse más densa, y quizás
se vierta demasiado en la parte romántica de la cinta (que, ojo, está muy bien
llevada).
NOTA:
9,25/10. Le daría más nota, pero entonces poco quedaría para mi verdadero top 5
(del que, por cierto, solo he reseñado una cinta en el blog hasta la fecha...).
---------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario