"Un caballero siempre piensa lo que dice" |
De la serie de grandes y fastuosas producciones de los 80, llega a Yo me bebo tu batido una de las top, una de las imprescindibles, una de esas películas en las que cada fotograma provoca placer al espectador. Y es que El último emperador es cine, pero cine, cine, con mayúsculas y haciendo hincapié en la grandiosidad. Es una joya que, aunque parezca mentira, he tardado bastante en visionar (ya me pasó en su momento con la trilogía de El Padrino), pero cuánta razón tiene aquel que dijo aquello de "más vale tarde que nunca". Cuantísima.
Bernardo Bertolucci, conocido por dirigir, entre otras, Novecento o El último tango en París, decidió, con la ayuda del hermano del personaje histórico en el que se basa el film, Pu Yi, trasladar de la forma más fiel posible la vida del último emperador (sobre el papel) del Imperio Chino de los Qing, obteniendo un resultado que le valió 9 Oscars (tremenda barbaridad) y el aplauso unánime de la crítica cinéfila. Y es que El último emperador es una película hecha para que la crítica disfrute de lo lindo, pero... ¿y el espectador de a pie?