domingo, 10 de noviembre de 2013

La invención de Hugo (2011)


"Si alguna vez preguntan de dónde vienen tus sueños, mira a tu alrededor."

¿Conoces esa sensación de haber visto una película que ha sido ampliamente admirada y puesta por las nubes por el 90% de los críticos habidos y por haber y que a ti te ha dejado frío? ¿Esa sensación de haber visto un tráiler espectacular que en realidad era un batiburrillo de falsas promesas? Alto, lectores, no me saquéis las tripas aún. Esperaos si eso a la época de exámenes.



Bueno, así en líneas generales… digamos que eso fue lo que me pasó con La invención de Hugo. Espectacular ambientación, maravilloso homenaje al cine… y un guion inexistente, o más bien pobre, para qué engañarnos. Aunque ciertas partes de la película captaron gozosamente mi atención, la mayoría de la filmación me la pasé preguntándome cuándo acabaría el tostón que se proyectaba ante mis ojos. Sí, el tostón. Porque creo que hay dos tipos de espectadores: los que disfrutan de los más minúsculos detalles y los que quieren emocionarse y saltar del asiento ante el conjunto. Yo soy del segundo grupo y, lo siento, sé que probablemente acabaré lapidado, pero no pasa nada por ir en contra de la crítica general de vez en cuando. Todos tenemos derecho a opinar y, siendo esta mi primera entrada, creo que lo suyo sería sincerarme, expresar lo que siento y luego debatirlo tranquila y reposadamente con los lectores de YMBTB. Pero vayamos por partes.


La invención de Hugo nos cuenta, en efecto, la historia de Hugo Cabret (Asa Butterfield), un joven huérfano que vive en los engranajes del reloj de una estación de trenes en el París de principios del siglo XX. Abandonado a la pobreza, se ve obligado a robar para sobrevivir. Es en estas cuando conoce a un juguetero de la estación que le pilla in fraganti, Georges Meliès (Ben Kingsley), quien está bastante alejado del mundo del cine. Como castigo, Georges hace que Hugo trabaje para él, lo que permitirá al joven conocer poco a poco la historia del juguetero, gracias a la sobrina de este, Isabelle (Chloë Grace Moretz), con la que trabará amistad. También se nos cuenta por encima la caída en desgracia de Hugo, tras la muerte de su padre (Jude Law), quien estaba trabajando en un gran proyecto que dejó inacabado, un autómata. A través de la película, podremos ver como la historia de Meliès y la del autómata están fuertemente relacionadas, dando paso al desarrollo de la trama.

Dicho esto, todo parece ser el caldo de cultivo para una película de primer nivel. Y lo cierto es que hay cosas que destacar muy positivamente de la cinta. Para empezar, la ambientación. La cabeza de Scorsese ha plasmado un París de fábula, con una estética maravillosa y enternecedora, que al verse en 3D deja al espectador con la boca abierta. Un apartado técnico de 10, sin ninguna duda, de lo mejor que se ha visto hasta la fecha en el séptimo arte.

Por otra parte, en el reparto no hay demasiado, por desgracia, que destacar. Si acaso la poderosísima y enérgica figura de Meliès, interpretado de forma sensacional por Ben Kingsley, que nos otorga una actuación muy creíble, llena de contrastes y desgarrada por el sufrimiento de la desconsideración por parte de sus colegas de género. Y luego… el resto. Mirad, no es que le tenga poco cariño a Asa Butterfield ni nada por el estilo, pero Kinglsey tendría que haberle dado unos buenos azotes en la peli. Actuación planísima, bipolaridad sin venir a cuento y escenas estúpidas con la misma cara de estupidez. No consigue crear un vínculo con el espectador ni a las primeras de cambio, además de mantener las facciones inamovibles durante toda la película. Puede que sea un cabrón, es un niño, pero, por Dios, cómo me acordé de Haley Joel Osment… este era su papel. Y ojo, lo digo cuando aún no había crecido y no había actor infantil en el mundo que lo superase. Si acaso se hace más soportable la interpretación de Grace Moretz, aunque en conjunto no aporte absolutamente nada en la trama, salvo por ser la sobrina de Meliès y… ser la sobrina de Meliès. Ah, y de decir un par de cosas al final para dar el broche de oro. No lo consigue.



Aunque sin fenómeno de dudas lo peor de lo peor en el reparto es Sacha Baron Cohen interpretando al inspector Gustav, el vigilante de la estación, cuya tarea es la de recoger huérfanos que vagan por el lugar para enviarlos al orfanato. Digamos… que es el contrapunto cómico de la cinta. Y un maldito desastre. Aparece en la película de forma periódica haciendo lo mismo (pasear a Rex, un policía diferente, ligar de forma infructuosa con la señora de las flores, perseguir a Hugo…) y al final acaba haciéndose MUY molesto. No sólo porque su personaje es repugnante, sino porque sus apariciones no vienen a cuento, sus intervenciones son estúpidas y da, básicamente, vergüenza ajena. Y lo de arreglarlo al final adornándolo como una persona con sentimientos y un salvador no cuela. Ya se ha ganado la repulsa general.

Más allá de los personajes, la película hace aguas en lo más importante: el guion. Scorsese nos brinda un sentido homenaje al cine, cosa más que respetable y disfrutable. De hecho, las escenas en las que se observa la dirección de Meliès en los escenarios de grabación de sus películas son sencillamente fabulosas, explicando con todo lujo de detalles el método de trabajo del francés. Viaje a la luna, La sirena y muchas más películas son homenajeadas en una secuencia que no tiene desperdicio. Por lo demás, poco o nada a destacar. No hay situaciones que alienten a la tensión, y Butterflied y Moretz no ayudan mucho yendo de un lado a otro, diciendo cuatro cosas y volviendo a empezar. Y los papeles de algunos personajes rozan el ridículo, como el de Christopher Lee como bibliotecario o Jude Law, con una de las muertes más estúpidas y sin explicación de la historia. En serio, camina por una sala, abre una puerta, sale fuego y luego el tío de Hugo viene a decirle que su padre ha muerto. Dios, parad mis lagrimones, que me muero. De la risa.


Así que dicho todo esto… ¿es La invención de Hugo una mala película? Como homenaje al cine, para nada. Más bien es una obra maestra. Como cine en sí… la verdad es que deja frío. Tiene sus momentos, su estética es memorable y los fans de Meliès, entre los que me incluyo, disfrutarán con un merecido homenaje a su persona. Los que busquen algo más que eso, no lo van a encontrar. La lentitud, la pesadez, el ridículo de Sacha Baron Cohen, las actuaciones planas de los dos niños y una historia con poco sentido a fin de cuentas no ayudan. Ni siquiera la banda sonora, de un maestro como Howard Shore, está a la altura, siendo predecible y carente de emoción.

Pero esta es mi opinión, y estoy seguro de que más de uno habrá visto más bondades que otra cosa en la cinta de Scorsese. Parece mentira que el hombre que ideó Taxi Driver o Gangs of New York se lanzase a un género tan opuesto. Y lo que consigue es un sentido y sincero amor por el séptimo arte y a la figura de Meliès, a los que homenajea con fervor y cariño a raudales, pero que no ofrece mucho más, salvo vacío y poco desarrollo.

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LO MEJOR: la ambientación y la estética, formando un apartado técnico insuperable. Ben Kingsley hace un gran papel como Meliès, y el homenaje general al cine es maravilloso.

LO PEOR: el guion hace aguas por todas partes. Las actuaciones de Buttefield y Moretz, carentes de emoción, conducen inevitablemente al sopor. Algunos personajes intervienen de forma estúpida y sin fundamento. Y a Sacha Baron Cohen mejor ni lo nombro. El horror.


NOTA: 6,5/10. Ni calvo ni con tres pelucas. Tan brillante en algunos aspectos como fallona en otros importantísimos. 

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Tráiler (en castellano)

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