jueves, 11 de junio de 2015

2º día del Festival de Cine Alemán. Cuando Fuimos Reyes y El Fin de la Paciencia.

 

















Me niego a seguir poniendo paños calientes

Ya sabíamos que la decepción del primer día se evaporaría en poco tiempo. Al día siguiente pudimos comprobar que no nos equivocamos gracias a la grata impresión que nos dejaron los dos largometrajes que pudimos disfrutar ayer. Ambas eran películas muy sólidas y con una amplia crítica social, ya sea hacia al cuerpo de policía o la justicia de menores.

Empezaremos a hablar de Cuando Fuimos Reyes, dirigida por Philipp Leinemann, que oposita a ser la mejor película del festival. Es un thriller policial que denuncia la corrupción y la excesiva libertad de acción que disfrutan las fuerzas especiales de la policía. Todos los problemas comienzan en un asalto a un apartamento y se intensifican cuando dos de los policías mueren y buscan a los culpables.

La película no solo refleja a las fuerzas especiales, sino también a las otras unidades de la policía y las bandas de adolescentes criminales de la zona. Hay un universo urbano rico que cuenta con una gran cantidad de matices como los diversos personajes. Policías coléricos o que buscan verdadera justicia, jefes de banda que buscan con proteger a los suyos e incluso un niño que busca sobrevivir en la dura ciudad a toda costa. Las actuaciones son acorde a los personajes que interpretan. Destacan actores como Mišel Matičević.


La acción es protagonista y cuenta con un gran número de peleas y asaltos, que se reflejan con crudeza y sin paños calientes. Es una película que no tiene tapujos ni para la crítica ni para mostrar la violencia.

La dirección es muy notable y el ritmo es bueno. El guión es sólido en todo momento y consigue controlar bien toda la película excepto por algunos puntos puntuales que son algo farragosos. Pero a parte de esas excepciones, consigue dar sentido a todas las subtramas y concluirlas con éxito. El ritmo es excelente y la oscura ambientación de la ciudad me parece magnífica.



La otra película es El Fin de la Paciencia de Christian Wagner. Se inspira en un hecho real, la trágica muerte de una juez de menores, Corinna Kleist, que se había hecho famosa por la dedicación que profesaba a su trabajo y su petición de que la justicia fuese más dura, eficaz y rápida.

La película no es brillante pero sí muy sólida. La dirección consigue mostrarnos tanto a la protagonista encarnada por una excelente Martina Gedeck, la misma actriz de La vida de los otros, como al barrio berlinés de Neukölln, uno de los más conflictivos de la capital alemana conocido por la fuerte presencia de la comunidad árabe.



Tras el suicidio de una chica en los juzgados, la juez vuelve de su año sabático con intención de implantar un programa de prevención. La película se centra en la actuación de la juez con el miembro más pequeño de uno de los clanes árabes más peligrosos e influyentes de Alemania.

La dirección es muy sólida y refleja a la perfección la dureza de las calles. El guión funciona a la perfección y el resto de personajes que orbitan alrededor de Corinna Kleist cumplen a la perfección. De ella destacaría la dureza del último tercio donde hay hasta una violación infantil y su juicio posterior.


En conclusión, el segundo día del festival ha superado ampliamente las expectativas con dos obras bastantes notables que no tienen reparos de criticar la sociedad contemporánea alemana.



¿Tengo que verlas?: Estas sí que las recomiendo. Sobre todo Cuando fuimos reyes.

¿Cuál es el mejor momento?: En caso de la película de Wagner sería el juicio por la violación. En la otra lo mejor son las escenas de acción cercanas al final.

¿Dónde debería verlas?: Ambas deberían ser vistas en un barrio marginal, mientras el resto de la gente roba o se da de leches.

Me han gustado, ¿dónde hay más?: Cuando Fuimos Reyes se asemeja mucho a las películas de Alberto Rodríguez como Siete Vírgenes o El Grupo 7. En cambio, El fin de la Paciencia me recuerda vagamente a películas sobre alumnos rebeldes como Escritores de la libertad.

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