domingo, 26 de abril de 2015

Magical Girl (2014)


¿Sabes por qué veo esos programas de la tele? Porque me gusta ver a gente más desgraciada que yo.

El año pasado fue glorioso para nuestro cine, tanto en calidad como en éxito en la taquilla. El Niño, La Isla Mínima, Ocho Apellidos Vascos y Magical Girl han elevado a nuestro cine en todos los sentidos. Esperemos que sea un signo de auge y no un rara avis en la decadente historia del cine español en la que estamos sumergidos.

Magical Girl es la más desconocida para el gran público. Su distribución ha sido mínima, pero se hizo un hueco a través de las buenas críticas y los premios en el festival de San Sebastián, Concha de Oro a mejor película y Concha de Plata a mejor director. Los más cinefilos hicieron todo lo que posible por un visionado que antes de los Goya era casi imposible.

Luis (Luis Bermejo) ve como su hija (Lucía Pollán) está consumida por la leucemia. Desesperado, ve que uno de sus grandes deseos es tener el vestido de un personaje de manga. Por el camino se cruza con Bárbara (Bárbara Lennie) que tiene trastornos mentales y aficiones sadomasoquistas. A partir de aquí todo se vuelve más turbio porque por muy buenas que sean las intenciones de sus personajes, sus actos son gravemente dañinos con quienes les rodean.
 

Los personajes son ricos en detalles, tanto de luz como de oscuridad. Un padre que hará todo lo posible por una última sonrisa de su hija, una desequilibrada mental caprichosa y frágil a la vez y un antiguo recluso (José Sacristán) que ama incondicionalmente a su antigua alumna, Bárbara.

Las actuaciones son magníficas. Especialmente Bárbara Lenie, que ganó el Goya a mejor actriz y se consolidó en el panorama de nuestro cine, y un absolutamente magistral Sacristán donde solo Karra Elejalde impidió un merecido Goya. Aparece durante la última media hora para comerse la película y levantar un ya alto nivel.



Es la segunda película del madrileño Carlos Vermut. Y no solo dirige sino que el guión también es suyo. Se estructura en tres partes: Mundo, Demonio y Carne, cada una protagonizada por uno de los protagonistas. El guión es bastante bueno, capaz de crear grandes diálogos y personajes para que los actores se luzcan. Todo con matices, ya que ningún personaje es bueno por completo, sino tiene un reverso oscuro. Como dice uno de ellos, hay una gran enfrentamiento entre razón e instinto y así nacen todos nuestros conflictos.

Pero si en algo destaca  esta película es por su estética. La forma de grabar cada toma es única con una narración muy visual en donde hasta las frases más cotidianas, como cuando la niña pide un gin-tonic, o los silencios tienen un fuerte impacto comunicativo. Es una cámara fija que se mueve poco, dejando que sea la película la que se muestre de forma sencilla pero a la vez tan compleja.



La fotografía es exquisita y la banda sonora, con toques de canciones manga o de flamenco, da el último toque para dar una fantástica ambientación a esta película, donde también se atreve a retratar la España de la crisis con bibliotecas de libros sin usar y bares a punto cerrar.

El ritmo está muy bien llevado, aunque como todo el nivel de la película, va mejorando con el tiempo. De hecho es en la última media hora, con la historia de Carne, cuando la película sube un par de escalones y supera a su gran competidora, La Isla Mínima. Pero fue la otra quien se llevó el premio a casa.

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¿Debería verla?: Sí, una de las mejores obras del cine español contemporáneo.

Mejor escena: El final, con Sacristán mostrando el gran actor que es.

¿Dónde debería verla?: En un bar casi vacío por la noche.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Sinceramente, no se me ocurre anda similar. Lo que sí que recomiendo ver es el debut del Carlos Vermut, Diamond Flash.

2 comentarios:

  1. Desconocía completamente esta película. Pero habrá que verla, gracias por subirla.

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  2. Lo dicho, es una pena que apenas haya tenido repercusión porque es una de las mejores joyas del cine español contemporáneo. Va más lejos de que La Isla Mínima o El Niño, pero desgraciadamente, vivimos en un mundo donde manda la publicidad.

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