lunes, 26 de enero de 2015

Troll 2 (1990)

El póster no tiene absolutamente nada que ver con el producto final. Nosotros tampoco entendemos nada.

Pablo: Buenas y gordas, terrícolas. Quixote y Jorge volvieron hace poco a las críticas conjuntas, y Adrián y yo no podíamos ser menos. Y ojo a lo que os traemos: un clásico de la ponzoña y del mal gusto cinematográfico en toda su expresión. Si no me equivoco, la idea de ver esta cosa fue mía, pero porque leí por ahí que la panzada de risas que te echas vale la pena. ¿Crees que la ha valido, compañero?


Adrián: Muy buenas a todos. La verdad es que a pesar de la pérdida irremediable de neuronas ha merecido la pena. Es tan mala que consigue ser buena. Es un triunfo completo ya que no hay un solo aspecto positivo. Está a la altura de The Room y tiene plaza asegurada en el Olimpo de los clásicos de la serie Z.



P: A mí me recordó a The Room en muchas cosas, pero para mí la cinta de Wisseau Films supera a esta gracias a su protagonista. Quiero decir… no hay color. Pero vayamos al grano, lechugas. En esta secuela que no tiene nada que ver con su predecesora (??????) tenemos a un niño bastante imbécil como protagonista, que ve a su abuelo muerto en visiones producto de su trato temprano con chupa-chups radiactivos. El abuelo en cuestión le cuenta historias acerca de los terribles y (juas) terroríficos trolls, criaturas muy chungas que le dan a las buenas gentes comida apetitosa que las convierte en vegetales para que las horrendas bestias se den un festín a su costa. Creo que necesito unas vacaciones…


A: Lo de los trolls vegetarianos está hecho con la intención de meterse con los vegetarianos. Confirmado por los guionistas. Lo raro es que Campofrío no haya sufragado la película. Hay una escena muy chunga donde los trolls se horrorizan ante las palabras lomo adobado. Pero sigamos, el niño se va con su familia de vacaciones al campo, concretamente a un pueblo llamado Nilbog, es decir goblin al revés. El niño, acosado por su abuelo psicópata, se dedica a intentar convencer a sus padres para que huyan y salvarles, llegando al extremo de mear en la comida. Como lo oyen.


P: Lo de mear en la comida es una de las cosas más LOL que he visto en mi vida. Casi tanto como la zoofilia explícita en Howard el pato, pero ese es un asunto turbio del que ya hablaremos en otra ocasión. En fin, ya da igual todo, así que creo necesario contar que el niño tiene una hermana a la que le mola mucho Johnny Depp y cuyo novio necesita el permiso de sus amigos para hacer cualquier cosa. Va con ellos a todas partes, duermen juntos en pelotas… yo no digo na. Y acaban todos en el sitio este, Nilbog, donde comenzarán a experimentar el TERROR… el terror de ver cómo absolutamente nada funciona en la película. ¿Por dónde empezamos?



Imagínate al Jeremy Irons de Dragones y Mazmorras sin pene y aún más exagerado.  Sencillamente memorable.



A: Si algo faltaba a este cóctel, eran pueblerinos que no pueden parar de actuar de forma sospechosa y una villana caricaturizada totalmente sobreactuada. Pronto empiezan a comerse gente. Pero primero les convierten en disfraces cutres de Groot o en Metapod porque no pueden soportar comer carne. Entonces…¿por qué no comen verdura simplemente? Menos mal que desde el infierno viene el abuelo a salvarles. Aunque para ello tuvieran que practicar una ouija, donde se les estuvo a punto de aparecer un tal Juanito en el proceso. Y ojo al dato: finalmente el autentico héroe es la carne, que es quien salva a los protagonistas.


P: Esto empieza a tener cada vez menos sentido, pero no pasa nada, porque te lo pasas de puta madre. Y es que todo, repito, TODO es un desastre: las actuaciones son dignas de una actuación teatral amateur (ese OH MY GOOOOOOD mítico siempre quedará en nuestros corazones), el uso de la cámara es un crimen contra la humanidad, la fotografía, el vestuario y el maquillaje… en fin, sólo con ver el poster de la peli os la podéis imaginar. Pero qué risas, Dios mío. La trama, por su parte, no tiene ningún sentido, los efectos son papel maché y un poco de purpurina (no es coña) y la música es, en una palabra, cáncer: adoro cuando en las partes de tensión meten autotune machacón que se repite hasta el infinito. Y para rematar la faena, tenemos un giro final BRUTAL, IMPREVISIBLE, digno de Fincher, Nolan y Kubrick juntos. Sólo por eso, merece la pena el sufrimiento.


¿Te hace gracia? Pues te avisamos de que enfocan esta cutrecareta de forma aleatoria unas cuantas veces a lo largo de la peli... ¡pero deja de reírte de una vez, insensible!

A: El guion es vergonzoso. Está escrito por el director, Claudio Fragasso, y su mujer. Los actores se quejaron de que estaba mal escrito y que en inglés hay muchas cosas que no sonaban bien. De los actores también quiero hablar. Son totalmente amateur. El padre del niño era un dentista que no había vuelto a actuar desde el instituto. Don Packard, que encarnaba a uno de los pueblerinos, venía del psiquiátrico. No es coña.


P: Creo que, a estas alturas, el público lector desea con todas sus ganas verse esto después de la lozana descripción del producto por nuestra parte. Mal nos pese, o sabéis mucho inglés o lo único que encontraréis es un enlace de la peli doblada a nuestro idioma… pero tranquilos, que aquí tampoco quisieron ser menos, y el trabajo de las voces en español es igual de espantoso. No notaréis la diferencia y a lo mejor os hará descojonaros aún más (especialmente con la voz del crío… muy lamantabla). Y dicho esto, creo que ha llegado la hora de las valoraciones. Usté primero, Gándara.


A: Un hito de la historia del cine. Tiene momentos que se quedarán, para nuestra desgracia, en la retina, siendo el principal el ya mencionado OH MY GOD (https://www.youtube.com/watch?v=_36KRMbtIQE). Hasta tiene su propio documental de cómo se rodó. El propio director está contento y defiende su película porque supuso un gran impacto. En conclusión, mierda de la buena. Imagino que estarás de acuerdo.


P: Lo estoy, evidentemente. Y, sin que sirva de precedente y como recomendación personal, si aún no la habéis visto… ya estáis tardando. Lo único que os pedimos es que no os la toméis en serio, o de lo contrario os sentiréis excrementos andantes. Unas risas a costa de ver cómo incluso la portera de tu urbanización podría hacerlo mejor no tienen desperdicio. El séptimo arte nunca cayó tan bajo y a la vez tan alto. ¡Fragasso, te queremos!


A: Hasta aquí ha llegado nuestro buceo en la mierda. El próximo día nos dedicaremos a hablar, con el permiso de Carlos Ena, de Yonay Boix.

P: Veréis qué risas… no, mucho me temo que ahí no nos vamos a reír nada. De hecho, espero mucho dolor y basura en cada plano. Pero ya os contaremos en su momento... yo, por si acaso, voy haciendo testamento. ¡Feliz semana!

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