lunes, 27 de mayo de 2013

Nausicaä del valle del viento (1984)



“Demasiado fuego y nada volverá a crecer. El fuego puede hacer cenizas un bosque en un solo día, pero el viento y el agua pueden hacer que un bosque crezca en cien años”

Hace un par de días, mi última crítica versaba sobre La tumba de las luciérnagas. Casualidad o no (en parte un poco de sí y un poco de no, porque estoy viendo mucho cine de animación últimamente… pero no hago este orden de críticas a propósito, sale como sale), hoy traigo la primera película con que Studio Ghibli comenzó a consolidarse, años antes de la lacrimógena obra de Takahata. Que, en este caso, es productor de la cinta.

Lo primero que vemos en Nausicaä es que es puro Miyazaki. En temática, estética, historia, personajes… En todo. Pero es un Miyazaki sin pulir (esta es su segunda película), muy lejos de la maestría que alcanzaría años después. Y aunque la cinta es buena, tiene muchos, muchos puntos que hacen descender el nivel.

La historia nos presenta a una civilización futurista en que la humanidad vive en un mundo post-apocalíptico, cubierto de gases tóxicos, y obligada a luchar contra insectos gigantes y contra la propia contaminación que les consume poco a poco. Varias naciones se enfrentan por sus diversos objetivos y sus formas de entender la supervivencia, que van desde la forzosa unificación de los pueblos, a la utilización de los insectos para la destrucción. Y en el maremágnum de todo ello encontramos a Nausicaä, princesa del valle del viento, que aboga por la convivencia pacífica entre insectos y hombres.

Si ya os suena un poco, no os preocupéis, eso es que conocéis a Miyazaki. Es un argumento muy similar al que utilizará luego en La princesa Mononoke (aunque para mi gusto está mejor llevado en esta última), donde se aboga por el antibelicismo y sobre todo el respeto a la naturaleza, llegando a copiarse frases textuales entre una película y otra. Porque eso de “es imposible que los insectos y los humanos podamos vivir en el mismo mundo” ya se lo he oído yo a otro personaje agorero, seguro.

El guión, a pesar de su profundidad y su buen desarrollo, peca de unos diálogos sobrecargados y tremendamente simplistas, que oscilan entre la conversación insustancial, y aquella que explica absolutamente todo lo que ocurre, de forma bastante pedante para el espectador. Probablemente sea herencia del hecho de que la cinta es una adaptación del manga homónimo que el propio Miyazaki había dibujado un par de años antes, y del que se adaptaron de forma resumida tan solo dos tomos.

Así, la historia va cogiendo ritmo poco a poco, siendo el comienzo de la película (la primera media hora, más o menos) una mera excusa para presentarnos el mundo en que se va a desenvolver todo. Quizá sea eso, precisamente, lo que repercute en la excesiva longitud de la cinta, para una historia que se podía haber despachado más rápido (o haber extendido mucho más… pero se queda en el punto medio, tibio, que no convence).

Por otra parte, en el aspecto visual, como todo lo que ha hecho Ghibli, es una auténtica gozada; no en vano trabajaron aquí animadores de la talla de Hideaki Anno (Neon Genesis Evangelion). Los escenarios están elaborados con una maestría insuperable, logrando una de las mejores construcciones de mundos que jamás haya visto en el cine de animación japonés. Y no solo eso: también es de las más bellas. Se prima, de hecho, el detallismo de los escenarios frente al de los personajes, algo que ayuda a que nos veamos inmersos en la historia con mayor facilidad.

Los personajes, al margen de su dibujo, están en una extraña dicotomía. Por una parte son personajes bastante tipo, que por si no fueran ya conocidos de sobra, nos los hemos encontrado en las películas de Miyazaki mil veces. Por otra parte, sin embargo, la enorme variedad de ellos y el ver cómo se enfrentan e influencian unos a otros logra una riqueza inconmensurable. El premio al más insufrible, eso sí, se lo damos al capitán Kurotowa; mientras que el más mono, y uno de los personajes a los que más cariño he cogido nunca, es Teto, la ardilla-zorro que acompaña a Nausicaä y que nos conquista desde la primera escena (aunque no haga prácticamente nada en toda la peli). Será porque se parece a una evolución de Eevee…

El doblaje de los personajes es, cuando menos, extraño. Se combinan voces maravillosas (como la de Luis Porcar haciendo del maestro Yupa, o la de Jesús Alberto Pinillos como el príncipe Asbel), con un reparto secundario muy flojo y, en ocasiones, directamente malo. Esto crea cierta inconsistencia que no hace sino sacarte un poco del mundo donde te había sumergido lo visual.

El otro aspecto sonoro, la música, es lo que más me trae de cabeza. La mayoría de las composiciones que se escuchan son una auténtica maravilla; sin embargo, no pegan ni con cola en la película. Es cierto que hay varias piezas de Joe Hisaishi, orquestadas, que son de lo mejor que ha compuesto para Ghibli; otras, sin embargo, oscilan entre la electrónica ochentera, las influencias árabes, los coros de niños tarareando (lo juro, no es broma) o la música mala de un videojuego de los años 90.

Ese alegato naturalista y antibelicista de que hablábamos se va acentuando cada vez más hasta llegar al final, que tiene algunas escenas maravillosas. Se destaca por encima de todo ya un simbolismo basado en los colores que había estado presente toda la película (el rojo de la guerra y de la ira en los ojos de los Ohms, de forma descaradísima), y que se une al de algunos planos muy característicos (como el último). El final es puramente típico de Miyazaki, y aquí, no ya por cuestión de gusto, sino de necesidad, se lo tengo que reprochar: la cinta exige un final mucho más potente, con un tinte más trágico, que la almibarada resolución final que se nos ofrece, y que deja al espectador con cara de bobo después de haber estado a punto de presenciar ese final más agridulce y correcto. Y no deja de sorprender, pues esta cinta ya tuvo una restricción de edad de siete años, con lo que ese final agridulce no habría sido tan descabellado. Por cierto… Los fans de WALL-E verán ciertos paralelismos entre una cinta y otra, especialmente en esta conclusión.

Cabe destacar, por último lugar, que quedan varias cosas (como la resolución del conflicto humanos-insectos) que quedan sin explicar de modo definitivo. Imagino que en el manga sí se hará, pero en la película es un cabo (entre otros varios) que queda suelto.

En general, es una buena cinta, que se nota ópera prima en la que todavía hay muchísimas cosas que corregir… Pero se nota también el talento de uno de los mejores directores de animación de la historia, que desde el primer momento hizo ya un trabajo elogiable.

Allez-y, mes ami!

Buenas noches, y buena suerte.

Jorge Lázaro

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LO MEJOR: el apartado visual, ciertas voces, la construcción de los escenarios y Teto. Adoro a ese bicho.

LO PEOR: un final demasiado light, varios aspectos chirriantes en la música y el doblaje, un guión que tarda en arrancar y el capitán Kurotowa.

NOTA: 7,5/10. Como digo, no es mala cinta. Y sin duda es básica para entender la obra de Miyazaki. Pero es muy inferior a otros trabajos del japonés.

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1 comentario:

  1. La música perdona que te contradiga, pero es excepcional.

    Y la parte final como es típico en miyazaki tiene doble sentido, y en un par de escenas mete filosofía, vida y muerte, etc.....
    El gorro en la parte de abajo del bosque en forma de tumba con un arbolito creciendo al lado, la película está llena de simbologías mucho más oscuras de lo que uno piensa, mantiene su trama, pero con diferentes escenas y simbología te van dejando pistas del tono y del carisma más oscuro del metraje...

    Si piensas que el final es light, me da a mí que te más haya de la trama principal del metraje, no has entendido nada de la cinta

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